Hoy me siento desconectado, neutro. En mí cabeza surgen mensajes: aprovecha el tiempo, haz cosas, tienes que preparar contenido para tus programas, actualizar tu web, meterle mano a la tecnología. Me entran correos electrónicos de un coach que me invita a preguntarme: ¿Cómo puedo tener más Fuerza de Voluntad? ¿Cómo puedo mantenerme motivado? ¿Cómo puedo ser más constante y conseguir mis objetivos? Pero mi cerebro simplemente no se pone en marcha. Y me mantengo en ese espacio. En Gestalt le llaman el vacío fértil. Y da miedo darnos permiso de estar ahí; son tan fuertes los mensajes que nos impelen a estar ocupados, a ser eficaces, a seguir dando pasos para conseguir nuestros objetivos… Y mi cerebro sigue negándose a ponerse en marcha. Y me dejo estar. Y empiezo a notar un dolor dulce, una especie de tristeza natural que me relaja el pecho e incluso me invita al llanto. Es un espacio tierno. Y me dejo estar ahí. Las voces que gritan en pos del logro, de la actividad, del
Hoy la reflexión va de un mecanismo de nuestro ego que nos lleva a la tensión, o a la contracción y que incluso puede llevarnos a perder la paz y a la desesperanza. Es el mecanismo de la comparación. Este mecanismo se gesta a muy temprana edad. Nos comparaban con hermanos o hermanas, compañeros de escuela, familiares, etc. Y ese mecanismo lo hemos integrado y nos seguimos comparando, a veces resultando "ganadores" en la comparación, lo que nos da una sensación de superioridad; otras veces, la moneda da la vuelta y "perdemos" en la comparación, lo que nos hace sentir inseguridad, ansiedad o cualquier otra emoción que nos saca de nuestro centro. Cuando sientas ansiedad, inseguridad o pérdida de paz, puede deberse a varios mecanismos. Pon atención a tus pensamientos y date cuenta si te estás comparando. Fíjate cómo se siente tu cuerpo. ¿Se contrae? ¿Sientes miedo o ansiedad? Los mecanismos del ego son profundos y fugaces; tanto que a menudo ni nos damos cuenta de