Ir al contenido principal

No quiero salir de mi prisión



Me doy cuenta que, si quiero ser cada vez más libre, necesito trascender mis creencias. Y no solo hablo de las que ahora están en boca de todos los coaches y otros profesionales que nos dedicamos al desarrollo perosonal, las famosas creencias limitantes. Hay muchas creencias que alimentan mi "autoestima", fortalecen mi identidad y me dan seguridad y que son igualmente limitantes. Son las creencias que en apariencia me fortalecen pero que, a la vez, me separan del otro. De estas a veces es más difíciles liberarnos porque para hacerlo, necesitamos ampliar la mirada, salir de nuestra zona de comfort y pasar por momentos de inseguridad, inestabilidad e incluso angustia. 


¿Cuál es el mejor recurso para darnos cuentas de estas creencias? El espejo de la vida. ¿Qué dice de mí esa persona que no me cae bien y hacia la que siento rechazo? ¿Qué mensaje cifrado tiene esa situación en la que me encuntro que no me gusta? Si me hago sensible a ello, me daré cuanta que hay un mecanismo en mí que crea mi realidad y que se dedica a aceptar solo aquello que refuerza su sentido de identidad y todo aquello que lo cuestiona, lo rechaza. Es un mecanismo subconsciente y tan rápido que parece fuera de nuestro control. Es un mecanismo que selecciona aspectos de la realidad rechando otros. Los que selecciona son aquellos que dan fuerza a nuestras creencias e identidad. Y los que rechaza son aquellos que las amenaza, Y con esos apectos parciales construye una serie de imágenes a las que llama, luego, realidad. Y de esta manera nos hace creer que esa parcialidad es el todo, la realidad. 


Y así nos quedamos prisioneros de una jaula que nosotros mismos construimos. Y solo cuando la jaula se torna incómoda es que queremos dejarla, pero mientras siga siendo cómoda y segura, la protegeremos y nos quedaremos dentro aunque la puerta esté abierta. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Catalanes y otros ciudadanos de España, comadronas en un parto difícil

En la teoría gestáltica se dice que cuando una experiencia dolorosa no fue asimilada e integrada se queda un poso que se convierte en un proceso no cerrado que busca su culminación o cierre. A este proceso se le llama una getalt abierta . Estas gestalts abiertas se expresan como manifestaciones en las que el dolor contenido y creado en el pasado surge en la consciencia porque un evento en el presente lo desencadena.  En mi experiencia, estas gestalts abiertas se crean en nuestra infancia y siempre giran alrededor de situaciones en las que vivimos una o varias de nuestras necesidades como no cubiertas. Incluso hay quienes sostienen, yo así lo veo también, que estas gestalts abiertas pasan de generación a generación en lo que se llama trauma transgeneracional sistémico.  Todo conflicto presente, ya sea personal o colectivo, es una oportunidad de sanar nuestro pasado personal biográfico. No olvidemos que lo colectivo está formado por individuos y que cada uno lleva la carga...

El mecanismo de la comparación

Hoy la reflexión va de un mecanismo de nuestro ego que nos lleva a la tensión, o a la contracción y que incluso puede llevarnos a perder la paz y a la desesperanza. Es el mecanismo de la comparación. Este mecanismo se gesta a muy temprana edad. Nos comparaban con hermanos o hermanas, compañeros de escuela, familiares, etc. Y ese mecanismo lo hemos integrado y nos seguimos comparando, a veces resultando "ganadores" en la comparación, lo que nos da una sensación de superioridad; otras veces, la moneda da la vuelta y "perdemos" en la comparación, lo que nos hace sentir inseguridad, ansiedad o cualquier otra emoción que nos saca de nuestro centro. Cuando sientas ansiedad, inseguridad o pérdida de paz, puede deberse a varios mecanismos. Pon atención a tus pensamientos y date cuenta si te estás comparando. Fíjate cómo se siente tu cuerpo. ¿Se contrae? ¿Sientes miedo o ansiedad? Los mecanismos del ego son profundos y fugaces; tanto que a menudo ni nos damos cuenta de ...